Vacaciones de la Fibromialgia
Llevo un rato que no escribo. Me cogí “vacaciones” del blog y de mi rutina. He descubierto que una de las mejores formas para vacacionar con esta condición de Fibromialgia es irme en un crucero. El crucero me permite ir a mi ritmo, sin las prisas que una excursión de grupo impone. Ya no puedo irme a explorar mundos sin tomar en consideración cuánta energía física me va a requerir. Los deportes extremos ya no son para mí, los recorridos por horas a través de una ciudad no los incluyo en mi lista. Tampoco el tener que estar subiendo y bajando escaleras, montes, cuestas. Mis vacaciones tienen que estar diseñadas con “acomodo razonable”. El “acomodo razonable” implica que pueda ir a ritmo pausado, que pueda tomarme mis ratos de reposo, parar cuando me siento cansada y en general poder apreciar la belleza de lo que me rodea sin excesos, jadeos, o agotamiento.
Todas las consideraciones que debo ponderar al pensar en las vacaciones, dejan fuera muchas opciones. Sin embargo, hay diversas alternativas para personas como yo que amamos el poder viajar. Soy una viajera incansable y deseo continuar haciéndolo. Me rehuso a que la Fibromialgia me prive de este inmenso placer que siento al viajar. Lo bueno del mercado turístico es que – hay opciones para todos-. Yo me he propuesto que la Fibromialgia no me va a limitar el vivir plenamente. Más bien lo que ha provocado es retarme, salirme de mis zonas de comodidad previas, para buscar nuevas posibilidades.
Soy optimista por naturaleza, por lo que afronto mi condición con “espíritu” de reto y de gozo. Ahora ya no trabajo porque estoy jubilosamente jubilada. Vivo en el júbilo contínuo. Ahora por fin tengo todo el tiempo del mundo para viajar. Lo que no tengo es dinero, pero siempre me las arreglo para darme alguna “escapada”. Ahora, con todo este tiempo que poseo para hacer una de las actividades que cuando trabajaba tenía muy limitada, experimento nuevas formas de hacer turismo, tanto en mi país como en otro lugares del mundo. Estoy aprendiendo una infinidad de servicios que existen para personas con alguna incapacidad y hasta con ¡excelentes descuentos! Dichos servicios me permiten seguir disfrutando de una vida cómoda en una forma distinta a la que conocía cuando la Fibro no vivía conmigo. No es que sea la panacea mi nuevo estilo de vida, pero me niego rotundamente a que me venza el dolor o el cansancio. Me niego rotundamente a que la depresión se instale en mi vida, ya es suficiente con la Fibro. Mis días ahora son una gran sorpresa. Si amanezco adolorida, mi rutina será muy lenta –pasitos de bebé-. Si amanezco con la “nube negra” sobre mi cabeza, ese día es para los telemaratones de comedias en la TV o con videos que rento o día de salir a caminar por mi barrio sin otro propósito que el de no estar en una casa que se me quiere caer encima. Al fin y al cabo, la casa es la misma, soy yo la que percibo la realidad de una u otra forma y hay maneras de combatir a la “nube negra”. Pero volviendo al principio, tan pronto llegó mayo, cogí mis bártulos y me fui en un crucero que salió desde San Juan para cruzar el Atlántico, al estilo Cristóbal Colón pero de tiempos modernos, para llegar a las Islas Canarias.
Fueron días para dejarme mimar, porque si algo bueno tienen los cruceros, es quete hacen sentir como una reina. Te visten la cama, te recogen la cabina, no importa lo reguereteada que la tengas, te preparan la cama a la hora de dormir para que, luego de un día de muchas actividades, te metas directamente a buscar a Morfeo entre las sábanas. Que te da hambre, pues a comer sin tener que mirar el reloj. Hay comida “a toda hora” como los cajeros automáticos. La comida es abundante y variada para agradar hasta a los gustos más estrafalarios. Que deseo meterme al agua, las hay de todo tipo, piscinas de agua salada, de agua dulce, jacuzzi, bajo techo, al aire libre. Si deseo permanecer todo el día en la cama, la variedad de películas que puedo ver o rentar satisfacen mi deseo. También puedo usar esos vestidos que llevan años en mi ropero porque los usé para la boda de aquella amiga y luego no había tenido otra oportunidad para volverlos a usar. Aprovecho las noches formales que me permiten lucir esos modelos que sólo en las bodas se te ven bien, porque usarlos en otro momento es provocar las miradas de los curiosos, que sabrá lo que piensan con sus miradas incrédulas ante vestuarios tan extravangantes. Si no deseo ponerme “guapa” pues tan tranquilamente uso mis mahones y camisetas con aquellas “chanclas” que tan bien moldeadas tienen mis pies por la “paliza” que les doy. Puedo irme al teatro a disfrutar de espectáculos al estilo Broadway o Las Vegas. La biblioteca me hace recorrer el mundo a través de las palabras. Saco mi ratito para escudriñar los anaqueles buscando encontrar un título que me tiente a hacer una lectura sosegada en ratos que, lo mismo aprovecho mirando al mar o en la comodidad de un rinconcito en la sala de lectura. Puedo pasarme por la sala de juegos a echar una partida de dominó o barajas o tal vez, gastarme mis “centavos” en las tragamonedas del casino. En fin, son las mejores vacaciones para mí y sobretodo,me “olvido” por unos días de que la Fibro vive conmigo, porque en esos días,también ella “se va de vacaciones”.
Todas las consideraciones que debo ponderar al pensar en las vacaciones, dejan fuera muchas opciones. Sin embargo, hay diversas alternativas para personas como yo que amamos el poder viajar. Soy una viajera incansable y deseo continuar haciéndolo. Me rehuso a que la Fibromialgia me prive de este inmenso placer que siento al viajar. Lo bueno del mercado turístico es que – hay opciones para todos-. Yo me he propuesto que la Fibromialgia no me va a limitar el vivir plenamente. Más bien lo que ha provocado es retarme, salirme de mis zonas de comodidad previas, para buscar nuevas posibilidades.
Soy optimista por naturaleza, por lo que afronto mi condición con “espíritu” de reto y de gozo. Ahora ya no trabajo porque estoy jubilosamente jubilada. Vivo en el júbilo contínuo. Ahora por fin tengo todo el tiempo del mundo para viajar. Lo que no tengo es dinero, pero siempre me las arreglo para darme alguna “escapada”. Ahora, con todo este tiempo que poseo para hacer una de las actividades que cuando trabajaba tenía muy limitada, experimento nuevas formas de hacer turismo, tanto en mi país como en otro lugares del mundo. Estoy aprendiendo una infinidad de servicios que existen para personas con alguna incapacidad y hasta con ¡excelentes descuentos! Dichos servicios me permiten seguir disfrutando de una vida cómoda en una forma distinta a la que conocía cuando la Fibro no vivía conmigo. No es que sea la panacea mi nuevo estilo de vida, pero me niego rotundamente a que me venza el dolor o el cansancio. Me niego rotundamente a que la depresión se instale en mi vida, ya es suficiente con la Fibro. Mis días ahora son una gran sorpresa. Si amanezco adolorida, mi rutina será muy lenta –pasitos de bebé-. Si amanezco con la “nube negra” sobre mi cabeza, ese día es para los telemaratones de comedias en la TV o con videos que rento o día de salir a caminar por mi barrio sin otro propósito que el de no estar en una casa que se me quiere caer encima. Al fin y al cabo, la casa es la misma, soy yo la que percibo la realidad de una u otra forma y hay maneras de combatir a la “nube negra”. Pero volviendo al principio, tan pronto llegó mayo, cogí mis bártulos y me fui en un crucero que salió desde San Juan para cruzar el Atlántico, al estilo Cristóbal Colón pero de tiempos modernos, para llegar a las Islas Canarias.
Fueron días para dejarme mimar, porque si algo bueno tienen los cruceros, es quete hacen sentir como una reina. Te visten la cama, te recogen la cabina, no importa lo reguereteada que la tengas, te preparan la cama a la hora de dormir para que, luego de un día de muchas actividades, te metas directamente a buscar a Morfeo entre las sábanas. Que te da hambre, pues a comer sin tener que mirar el reloj. Hay comida “a toda hora” como los cajeros automáticos. La comida es abundante y variada para agradar hasta a los gustos más estrafalarios. Que deseo meterme al agua, las hay de todo tipo, piscinas de agua salada, de agua dulce, jacuzzi, bajo techo, al aire libre. Si deseo permanecer todo el día en la cama, la variedad de películas que puedo ver o rentar satisfacen mi deseo. También puedo usar esos vestidos que llevan años en mi ropero porque los usé para la boda de aquella amiga y luego no había tenido otra oportunidad para volverlos a usar. Aprovecho las noches formales que me permiten lucir esos modelos que sólo en las bodas se te ven bien, porque usarlos en otro momento es provocar las miradas de los curiosos, que sabrá lo que piensan con sus miradas incrédulas ante vestuarios tan extravangantes. Si no deseo ponerme “guapa” pues tan tranquilamente uso mis mahones y camisetas con aquellas “chanclas” que tan bien moldeadas tienen mis pies por la “paliza” que les doy. Puedo irme al teatro a disfrutar de espectáculos al estilo Broadway o Las Vegas. La biblioteca me hace recorrer el mundo a través de las palabras. Saco mi ratito para escudriñar los anaqueles buscando encontrar un título que me tiente a hacer una lectura sosegada en ratos que, lo mismo aprovecho mirando al mar o en la comodidad de un rinconcito en la sala de lectura. Puedo pasarme por la sala de juegos a echar una partida de dominó o barajas o tal vez, gastarme mis “centavos” en las tragamonedas del casino. En fin, son las mejores vacaciones para mí y sobretodo,me “olvido” por unos días de que la Fibro vive conmigo, porque en esos días,también ella “se va de vacaciones”.
CARMENCHA.
NO TODO ESTA PERDIDO!...PUEDEN LLEGAR DÍAS MEJORES !
NO TODO ESTA PERDIDO!...PUEDEN LLEGAR DÍAS MEJORES !
No hay comentarios:
Publicar un comentario